2008-09-11

Araceli o Adolfo

ARACELI O ADOLFO ?

Me he cortado el cabello nuevamente.
Todo empezó hace un año atrás por culpa de mi primo Alfredo y de mi glotonería por experiencias nuevas. Alfredo vino con la proposición de que condujera su programa de televisión en el canal local. Un programa de entrevistas con el nombre de “Mercedes, por siempre, mi pueblo”. ¿Qué podría interesarme respecto de él con ese título? Se ve que a Alfredo “su” pueblo le encanta, mientras que a mi se me da por soñar en quedarme a vivir en cada pueblo o ciudad nueva cuyo paisaje me enamore….y soy muy enamoradiza….Así que tentada por la curiosidad y por la especulación que con lo que me pagaría Alfredo podría tomarme una licencia en algún curso dije sí. Y comencé a transitar por el “éter” local…sin haber medido las consecuencias, por supuesto, típica actitud mía.

En pocas semanas había recibidos saludos y miradas de desconocidos mientras caminaba las calles de Mercedes, mi pueblo; y en pocos programas más comenzaron las sugerencias de amigos, compañeros de trabajo y conocidos…como así también los silencios respecto de mis apariciones en el programa al mejor estilo “no te registro”.
Una de las “opiniones” tuvo que ver con mi pelo.

Soy poseedora, bah era, de una espesa cabellera con ondas que se resisten a la domesticación y que bailan al compás de la humedad ambiente mercedina que pese a la sequía reinante se hace notar en lo pilífero. Ana , la portera de una de las escuelas donde trabajo como docente me dijo que mi pelo parecía una gorra. El comentario me pegó, una cosa es no darle bola a todas las opiniones y otra cosa es pasar por la pantalla con una gorra en la cabeza. Mi gran temor por ese entonces era salir en “Colgados del cable”, imaginensé con ese título qué tipo de programa será…Por lo tanto me hice de un momento en mi nutridísima agenda escolar para verme en el televisor de mi amiga Lelé- ya que el cable por donde se transmitía el programa el año pasado no era el que yo tenía- y allí corroboré que la gorra descripta por Ana se parecía más a un hongo de lo que yo podía soportar , amén de los kilos que supuestamente la pantalla añade.

Inmediatamente, sí , inmediatamente me crucé con Mario –coifure de mis pagos – en la calle , más precisamente en la esquina de la 22 y 25 y le comenté mis deseos. Por esos días había ido a ver Ratatouille, la película de dibujitos animados de Disney-una joya- y uno de sus personajes, Colette –la cheff, llevaba el corte de pelo que en ese momento yo quería. “Toda Francia tiene hecho ese corte”, me respondió el muy viajado Mario, “pasá mañana por la peluquería y te corto”. Y allí fui yo.

En un toque la gente dejó de reconocerme por la calle y cuando lo hacía quedaba muy sorprendida. Enseguida exclamaban “¿Sos vos?” “¡qué cambio!” “¡no te reconocí!” “¡qué linda que estás!” “¡qué distinta!” “¡cómo te favorece!” y finalmente “¡qué prolijo!”….
Si se tienen dos dedos de frente y se fue educado en la escuela mercedina entre los años 60 y 70 del pasado siglo la lectura del mensaje llevaba otro mensaje y la conclusión era una sola: toda la vida antes del corte Ratatuille mi cabeza y mi look habían sido un desastre…según la opinión de la calle mercedita, de mercedes, por siempre mi pueblo…

Agradarle a personas como a mi cuñada María José, su mamá y su hermana que parecen salidas de Para Ti revista continuamente, era un halago pero era saberse también hecha un personaje y no una personalidad. El corte más que a Colette se semejaba a una señora de barrio Norte de la capital federal.
Colette era Cheff de un restaurant de París y manejaba una moto tipo Harley Davidson. Yo me había convertido en una conductora de TV formal y cortez. Al gusto de mi pueblo mercedino.

Para alguien como yo que generalmente recibe la reprobación familiar por su conducta y elecciones, sentirse,una vez ,aprobada y además halagada era una tentación demasiado fuerte para ser resistida. Y como bailando junto al canto de las sirenas llevé mi cabecita semana tras semana a lo de Mario donde tanto Shirley como Ariel o Belén me teñían, y Valeria o Rodrigo me planchaban con planchita.

Casi un año. A lo largo de ese tiempo otra gente, famosa, apareció con el corte, mi corte. Carmen Barbieri y Araceli González, por ejemplo. Pero el hecho que una vedette cómica y una modelo top compartieran el corte con migo no sumaba positivismo dentro de mi. Era cierto, me veía más prolija, más elegante, pero no era yo.

AsÍ llegué a nuestros días, a casi un año del primer corte. En la primera semana de las vacaciones de invierno como un grito que saliera de mis adentros me senté en el sillón de Mario y ordené otro corte. Tenía algo del anterior pero era más corto y la modelo aparecía como agarrada por un viento Norte. Ustedes imaginen. Mario se puso serio, tomo tijeras y a medida que se iba entusiasmando “cachó” maquinita de rasurar. Las miradas de los del salón no podían ocultarse…nadie aprobaba, todos parecían preguntarse ¿por qué? ¡Si estaba taaaan lindo!
Todavía no soy yo, gracias a Dios que así lo siento, porque si bien es cierto ya no está tan estructurado ni tan elegante, hay quienes aun insisten en ver algo del corte de Victoria Beckham-quien empezó con esta moda- o de Araceli González, pero yo me veo algo de Adolf Hitler. No sé , tal vez la nuca rasurada…o los mechones cortos y lacios a ambos lados de las mejillas…no me animo a pintarme un bigotito para probar por miedo a que el parecido sea mayor. Es cierto que el parecido a Hitler lo veo sólo yo, pero el hecho no me tranquiliza. Es más me da en que pensar…porque si en mi búsqueda voy a encontrarme con personajes cómo este dentro y fuera de mi…¿cuánto tiempo más tardaré en encontrar mi corte? ¿con qué quiero cortar? UHF…..en fin. Este viernes apareceré ante las cámaras con mi corte Adolf y ya veremos cuál será la reacción de los televidentes. Mientras yo voy tratando de recordar cómo era el corte de pelo que tenía veintiséis años atrás cuando mi hijo Joaquín nació. Sí, ya recuerdo…era corto pero más suave…sí. Parecía el Príncipe Valiente.